Lekil Kuxlejal

(sobre el buen vivir, o “yo soy, solamente si tú eres”)

El conocimiento tradicional de etnias como la Tzotzil, familia mayense  del centro y norte de Chiapas (los famosos “hombres murciélago”), es por naturaleza holístico e integrativo. Lo que se puede ver en algunos de su conceptos como este que acabo de aprender y que les comparto, porque me fascinó el significado tan grande, tan avanzado y tan aleccionador que tiene para el hombre moderno…

Lekil Kuxlejal o “buen vivir”, se compone a su vez de varios conceptos que existen en la lengua Tzotzil, que resultan muy importantes en los usos y costumbres de las comunidades mayas, donde Lekil significa el bien, el bueno, bienestar; Kuxlejal tiene que ver con el vivir, kux es vivir.

Este concepto busca la armonía de vida, orden, unión, integración del individuo, la comunidad y la naturaleza, impulsando el cuidado mutuo, el respeto hacia otros seres, la naturaleza y la noción de interdependencia, es decir, “yo soy solamente si tú eres” y “si tú estás bien, yo también lo estoy”…

Es un equivalente mesoamericano a lo que nosotros entendemos como “mutualismo”, fenómeno que se observó desde hace mucho en la biología dentro de diversas relaciones simbióticas (especies que se ayudan a coexistir entre sí), pero que a nivel social y en el mundo occidental apenas estamos comenzando a entender y revalorar como algo necesario para la subsistencia.

Implica vivir en armonía contigo mismo, con tu comunidad, con la madre Tierra y con la naturaleza en plenitud.

Se sustenta en la colectividad o comunidad, en el respeto y reciprocidad entre los seres humanos, con tu entorno y con el Universo; se advierte que el buen vivir no es una vida estática o centrada sólo en localismo, sino que se concibe como un modo de vida dinámico y cambiante, traspasa fronteras locales e inclusive fronteras nacionales. Por eso, los pueblos originarios nos referimos al buen vivir con distintos nombres: para los mayas tsotsiles y tseltales de Chiapas, lekil kuxlejal, para los ch’oles uts ‘atybà chumtyal, para los zoques de Chiapas wä’bà ijtkuy; los pueblos originarios de Sur América lo conocen como sumak kawsay (en Ecuador), suma gamaña y kajkrasa ruyina de los pueblos Aymara y Kechua (en Bolivia).

Es decir -y esto es lo que más me vuela la cabeza-, era un principio universal, perfectamente consciente, colectivo y transmisible independientemente de la cultura mesoamericana de la que estemos hablando : O

Ahora, más allá de lo conceptual… ¿Cómo se aplicaba este principio?
Gracias a estudios antropológicos cada vez se conoce mejor la relación de los antiguos mexicanos con su entorno natural y el aprendizaje que ellos obtuvieron de ello, los usos y costumbres de los pueblos indígenas han podido traer hasta tiempos presentes una visión de la vida que, ciertamente, priorizó la relación armónica del hombre con la naturaleza.
Ten cuidado con las cosas de la tierra”, aconsejaba el texto nahua del Huehuetlatotli o “la palabra de los viejos”.

Vestigios de civilizaciones como la maya o la teotihuacana nos dan noticia de la forma en que se modificó y, en muchos casos, se afectó irreversiblemente al medio ambiente en el afán de hacer un uso colectivo de los recursos naturales.

Vestigios de civilizaciones como la maya o la teotihuacana nos dan noticia de la forma en que se modificó y, en muchos casos, se afectó irreversiblemente al medio ambiente en el afán de hacer un uso colectivo de los recursos naturales. La explotación desmedida de la madera y de ciertas especies vegetales, así como la modificación de grandes extensiones de los bosques y cuerpos de agua para dedicarlos a la agricultura o para asentamientos humanos, fueron factores que contribuyeron decididamente al desequilibrio y colapso de algunas culturas del México prehispánico.

Existe evidencia de cómo la mano de los antiguos mexicanos transformó el paisaje e introdujo nuevas especies de plantas y animales donde antes no las había. Éste es el caso de algunos grupos indígenas que habitaron el norte del territorio, los que plantaban cultivos resistentes a las sequías, sembraban árboles para estabilizar el terreno árido, desviaban el agua y construían represas. Como consecuencia de la nueva distribución del agua en lugares típicamente desérticos, prosperaron plantas en áreas donde la aridez hacía imposible su crecimiento; cambiaron los patrones de la humedad y la lluvia, e incluso se transformó la conducta en la migración de ciertas aves y animales.

Lo que quiero que entiendan aquí es que antes de los españoles, América no era una región despoblada ni «salvaje». Al contrario, estaba plagada de vida, cientos de tribus y culturas convivían entre sí. Y su visión del mundo no era ingenua, al contrario, muchas ciudades tuvieron sus «esplendores» y también sus declives… y de todas esas experiencias es de donde surgió su sabiduría.
Ellos, a diferencia de nosotros, ya saben las consecuencias de no respetar el entorno. Ellos ya saben lo que es llegar al fin.

Los valores como la solidaridad y el respeto/defensa de la vida fueron y son claves en la ética de las civilizaciones prehispánicas. La construcción de un futuro sustentable debe contar con la participación de los pueblos originarios de las tierras que hace tanto llegamos a cohabitar con ellos. Si seguimos excluyéndolos e ignorando sus conocimientos, no podremos hacerle frente a la crisis de recursos, de ideologías y civilizatoria en general que enfrentamos actualmente…

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